En la actualidad muchos padres presencian el nacimiento de sus hijos. Así la maravilla y el dolor, el llanto de vida y la sangre del nacimiento son en gran medida compartidos por ambos padres.
El débil y desnudo milagro de un primer bebé sobrepasa cualquier otra experiencia dentro del matrimonio. Los nuevos padres contemplan asombrados la criatura perfecta, una diminuta réplica de sí mismos, pero cada vez totalmente única. La madre se siente realizada, el padre está orgulloso, y ambos se dan cuenta de que se les ha encomendado un pequeño ser viviente.
Por primera vez la pareja ha llegado a ser una sola carne de una manera particular. El niño, una parte de cada padre, va a embarcarse ahora en una existencia separada.
Padres Apropiados
Es más que obvio que el nacimiento dentro del matrimonio es lo que Dios ha ordenado. De otro modo, el bebé está en desventaja porque no hay un verdadero círculo familiar que lo envuelva. La paternidad fuera del matrimonio es una contravención a las disposiciones de Dios.
Esto no significa que la concepción y el nacimiento dentro del matrimonio sea todo. El hogar tiene que ser preparado para el niño, quien será en lo sucesivo el foco de atención y cuidado. Dios nos ha concedido nueve meses para adecuar nuestros pensamientos y hábitos. Tenemos que hacer sitio en nuestros corazones y mentes para el nuevo miembro de la familia.
Mientras tanto la madre tiene la experiencia del embarazo. Esta es enriquecida grandemente por el ambiente del hogar. Posiblemente no exista una obvia explicación médica para que sea así, pero hay poca duda de que el amor, la satisfacción y el cuidado mutuo de los futuros padres afecta al niño en el vientre materno. Si, como se nos ha dicho, el feto puede responder a la música ¿por qué no puede también reflejar la paz del hogar a su alrededor? ¿Por qué no sería la música más cercana aquella cantada por la madre en uno de los cantares de Sión? La oración en el hogar y la adoración con la iglesia durante el embarazo fomentan la paz mental. De este modo pedimos a Dios que esté con nosotros en lo sucesivo.
Dos Disciplinas
Dentro de la que será madre se está efectuando un proceso maravillosamente ordenado. Paso a paso, el desarrollo de madre y niño está gobernado por las instrucciones que Dios implantó dentro de las células. Felizmente, este es un proceso que ocurre de forma ‘natural’. Solamente cuando el proceso es interrumpido o anormal de alguna manera, viene a convertirse en causa de ansiedad. De otro modo procede tranquilamente hasta el tiempo debido en que el niño comienza a moverse dentro de la madre con suficiente vigor para que lo sientan sus padres. Este proceso vivificante es una de las muchas emociones del embarazo.
Después del nacimiento el crecimiento continúa y es ayudado por la rutina del alimento y cuidado. Ahora los padres están involucrados directamente en el proceso de desarrollo saludable del niño.
Pero otro proceso puede tener el efecto más profundo de todos: la disciplina del hogar. El niño pronto tendrá que aprender a distinguir lo correcto y lo incorrecto, aun en los primeros meses de entrenamiento. Los hábitos de los padres se volverán parte de la disciplina del niño.
Si el hogar es desordenado, ruidoso y violento, el niño se dará cuenta. Si hay gritos, discusiones y riñas el bebé será afectado. Si el hogar es un refugio de paz, un lugar de oración y un lugar donde la palabra de Dios se lee diariamente, el niño pronto lo sabrá. La mejor manera de tener el mejor hogar para el bebé es aprender una buena disciplina antes de su nacimiento.
¿Cuán Pronto?
¿Cuán pronto puede un niño aprender las cosas de Cristo? Nunca es demasiado pronto para que los padres muestren su semejanza con Cristo. ¿Nos gustaría que nuestro hijo se asemejara a Cristo? Si es así, debemos tener a Cristo como nuestro modelo. Los niños aprenden por imitación como también por instrucción directa; es decir, por el ejemplo y el precepto. Seguramente, la sonrisa que muestran los bebés nos dice cuán rápido el niño más pequeño puede aprender.
Los niños cristadelfianos a menudo aprenden a leer meses, si no años, antes que sus contemporáneos simplemente por participar muy temprano en las lecturas diarias de la Biblia, primero repitiendo las palabras después de la madre, luego por la lectura de un versículo, y pronto por la lectura de cinco versículos. Es una actividad emocionante y maravillosamente fructífero e instructivo.
Preguntas bíblicas durante las lecturas o en la mesa pueden ser u desafío, ¡especialmente cuando más tarde los niños hacen las preguntas y los padres son los que tienen que responder!
¿Lavado De Cerebro?
¿Significa esto que debemos sujetar a nuestros hijos a un lavado de cerebro, sometiéndolos a una rigurosa presión mental para producir la sumisión involuntaria de los hijos a los padres? La respuesta debe ser que no. La imposición rigurosa e insensible de una mente adulta a un niño no tienen parte en un seguidor de Cristo.
En los asuntos diarios, ponemos en claro a los niños dónde reside el peligro y dónde ha de ser encontrado el amor. Las palabras de los padres están diseñadas para proteger al niño del peligro: quemaduras, daño a sí mismo o a otros, por ejemplo, y esto algunas veces necesita severidad amorosa para producir acatamiento.
Similarmente, en cosas espirituales se aclara que oramos antes de las comidas, hablamos de Dios y la Biblia, tenemos las reglas de Dios para el hogar y buscamos comportarnos en una forma que refleja nuestro discipulado. A medida que el niño comience a entender y hablar, podemos explicarle gradualmente las razones por las que hacemos estas cosas y pedirle su cooperación voluntaria.
Cuando los niños vinieron al templo Jesús quedó contento (Mateo 21:15,16), así que es bueno y correcto llevar a nuestros hijos a las reuniones de la iglesia desde la edad más temprana que sea posible. Es asombroso cuán pronto aprenden ellos a imitar nuestro silencio y, más tarde, a entonar los cantos de alabanza. Lo que hacemos cuando jóvenes ayuda a moldear nuestra mentalidad para más tarde.