Señal 7: La resurrección de Lázaro

Lea Juan 11:1-44
Los Evangelios registran todos los milagros efectuados por Jesucristo durante su labor misionera, sin embargo Lucas y Juan se caracterizan porque contienen historias que adquieren, prácticamente, el carácter de exclusivas. Uno de estos relatos se refiere a la resurrección de Lázaro, que se encuentra en el evangelio del discípulo amado.
Un hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Este nombre es la forma abreviada de “Eleazar” que significa “Dios ayuda”. El incidente aquí descrito trae nuevamente a Jesús a Jerusalén, en forma específica a Betania, una aldea situada a unos 3 km de la ciudad, en el lado oriental del Monte de los Olivos.
El relato es dinámico. Todos los personajes dejan el lugar en que se encuentran. Todos salen: Jesús y los discípulos del “otro lado del Jordán” (Juan 10:40 –Perea, según Josefo–); los judíos de Jerusalén; Marta, de la aldea; María, con los judíos, de su casa y de la ciudad; Lázaro, de la tumba. Jesús se detiene al llegar a Betania y no entra en la casa donde se cumple el duelo sino que se dirige con el grupo hacia la tumba.
“María … era la que ungió al Señor con perfume…” (v.2). Este hecho no es relatado anteriormente por Juan y lo hace recién en el capítulo 12:3. Es nombrada primero, aunque era la menor, por ser la más distinguida de las dos. Ella “ungió al SEÑOR”, dice el evangelista, inspirado a usar este término para presentarlo ilustremente como el “Señor de la Vida”.
 

Descubriendo el sentido de la señal

La enfermedad
Jesús recibió un mensaje acerca del estado de salud de Lázaro pero únicamente se limitó a hacer un comentario que se refería no a Lázaro sino a su enfermedad. Esta frase no está destinada a los discípulos ya que Jesús no les hablará sino hasta el v.7. Cuando el evangelista narra el mensaje de las hermanas usa la palabra fileo para “amor” (v.3), pero en el v.5 emplea una más fuerte: agapao.
Las palabras de Jesús: “esta enfermedad no es para muerte…” (v.4) significan que el propósito de la enfermedad no era para causar la muerte sino para la glorificación del Hijo de Dios. Esto puede compararse con otras señales descritas en este Evangelio (2:11; 9:3). La gloria de Dios es más significativa que la enfermedad. Es decir, la gloria de Dios manifestada en la resurrección de Lázaro vendría a presentarse como la gloria personal e inminente del Hijo.
El v.6 afirma que Jesús se retardó dos días. ¿Por qué? En el contexto hay una clara relación entre esta demora y el amor de Jesús por la familia de Betania. Por lo tanto, no se la puede considerar como una falta de cuidado. La respuesta surge del conocimiento previo de la consecuencia que se va a producir, pues Jesús quería que la experiencia de Lázaro fuera para glorificar a Dios (v.4) y un medio de guiar a los discípulos a la fe (v.15).
Temor
Los discípulos se muestran temerosos por la seguridad de Jesús si volvía a Judea (vs.7- 8). A la luz de Juan 10:39, las aprensiones de los discípulos son comprensibles. El lugar donde estaban era menos hostil que Judea. No hay duda de que los discípulos se sintieron aliviados cuando Jesús retrasó su viaje y esperaban que desistiese por completo.
Un día de doce horas
A primera vista, la referencia de Jesús a las doce horas del día no responde a la objeción del v.8. Pero la conexión de pensamiento es que las horas del día no son afectadas por las circunstancias externas. Están para ser usadas. La hora de Jesús aún no había llegado (o sea la hora final) y, hasta que Dios quisiera que llegara, la única acción a adoptar era cumplir esa misión. Por analogía, aquí se tiende a interpretar como que hay que partir mientras es de día para no tropezar de noche en los caminos empedrados de la región.
¿Hablará Jesús de su propio camino? La frase “la luz no está en él” (v.10) no puede aplicarse a Jesús. Por otra parte, “tropezar” se refiere ordinariamente a la caída en pecado (Jeremías 13:16). Por eso es preferible relacionar el texto con otra palabra de Jesús en Juan 12:35-36..
Recordemos que:

  • Un día no puede terminar antes de tiempo. La duración es fija y nada lo acortará o alargará.
  • Si el día tiene doce horas, hay tiempo suficiente para que una persona haga lo que tiene que hacer.
  • Aunque hay doce horas en el día, son sólo doce horas. No se puede prolongar y por eso ¡no hay que perder el tiempo!!

La muerte
En el v.11 encontramos otro caso de malentendidos, tan común en este Evangelio, al tomar literalmente una metáfora. La idea de la muerte como sueño (vs.12-13) tiene paralelos en el Antiguo Testamento. Entonces no es de sorprenderse que los discípulos tomaran en sentido real las palabras de Jesús en vista de que el mensaje referente a Lázaro tenía que ver con su enfermedad y no con su muerte.
El sueño hubiera sido una buena señal en cualquier enfermedad. Cuando Jesús anunció que se recuperaría no imaginaron que había necesidad de levantarlo de entre los muertos. De acuerdo con la explicación de Juan sobre cómo surgió la confusión (v.13), Jesús declaró firmemente que Lázaro había muerto y el tiempo verbal subraya su carácter final.
Juan 11:11. “…Lázaro nuestro amigo…” Este calificativo es otorgado a Abraham en el Antiguo y Nuevo Testamento únicamente después de su muerte. (2 Crónicas 20:7; Isaías 41:8, Santiago 2:23).
Juan 11:16. “…Vamos también nosotros…” Hay que ser “crucificados” con él. (Mateo 16:24; Romanos 6:3,4; 8:10; Gálatas 2:20; Filipenses 3:8-11; Colosenses 3:3; 1 Pedro 2:24; 1Corintios 15:31; 2 Corintios 5:15; Apocalipsis 2:10).
Una demora
Juan 11:17. “…hacía ya cuatro días…” Juan señala el posible desarrollo de la fe en los discípulos. Es como si Jesús se estuviera concentrando más en la capacitación de los doce antes que en la necesidad de las dos hermanas de Lázaro. Debe suponerse que el Mesías anhelaba una fe más firme y profunda que la que habían demostrado hasta el momento los discípulos.
Los vs.17–27 enfocan una conversación entre Jesús y Marta. Evidentemente el nazareno fue encontrado en las afueras de Betania (v.30) y le informaron que Lázaro había muerto cuatro días antes (v.17). Esta noticia confirma lo que Jesús sabía previamente, es decir, lo que ocurriría con su amigo.
Lázaro murió el día en que llegaron las noticias de su enfermedad y, según la costumbre judía, fue enterrado el mismo día. Si Jesús, después de permanecer dos días más en Perea, salió al día siguiente para Betania (un viaje de unas diez horas), esto daría los cuatro días: siendo el primero y el último incompletos.
Juan 11:18. “Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios…” Algo así como tres kilómetros. Este dato es mencionado para explicar las visitas de simpatía que la proximidad de los dos lugares facilitaba.
Juan 11:19. “…y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, a consolarlas…”. Así fueron provistos, de una manera muy natural, los testigos del milagro glorioso que había de seguir a fin de que no quedase ninguna duda.

Nuestra declaración de fe

La muerte
No hay nada en la Biblia que sugiera que tenemos alguna conciencia durante la muerte. Es difícil disentir de esto en vista de declaraciones tan precisas como las siguientes:

  • “Sale su aliento [del hombre], y vuelve a la tierra; en ese mismo día [momento] perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4).
  • “los muertos nada saben… su amor y su odio y su envidia fenecieron ya…” (Eclesiastés 9:5-6). “En el Seol… no hay… sabiduría” (Ec. 9:10) – no hay pensamientos y por lo tanto no hay conciencia”
  • Job dice que en la muerte él sería “como si nunca hubiera existido” (Job 10:8). Consideró a la muerte como el olvido, la inconsciencia y la absoluta inexistencia que teníamos antes de que naciéramos.
  • El hombre muere tal como mueren los animales (Eclesiastés. 3:18); si el hombre sobrevive conscientemente después de la muerte en algún lugar, así también debe ocurrir con los animales, no obstante ni la Escritura ni la ciencia afirman nada de esto.
  • Dios “se acuerda de que somos polvo. El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo… y pereció, y su lugar no la conocerá más” (Salmo 103:14-16)..

Que la muerte es verdaderamente inconsciencia, incluso para los justos, queda demostrado por las repetidas súplicas de los siervos de Dios para que permitiera que se alargaran sus vidas porque sabían que después de la muerte no podrían alabar ni glorificar a Dios debido a que la muerte es un estado de inconsciencia. Ezequías (Isaías 38:17-19) y David (Salmo 6:4,5; 30:9; 39:13; 115:17) son buenos ejemplos. A la muerte se le menciona repetidamente como un sueño o descanso, tanto para los justos como para los inicuos (Job: 3:11,13,17; Daniel 12:13).
La verdadera doctrina de la muerte y naturaleza del hombre proporciona una gran sensación de paz. Después de todos los traumas y penas en la vida, el sepulcro es un lugar de olvido total para aquellos que no han conocido los requerimientos de Dios. Este olvido durará para siempre. Nunca más surgirán los viejos agravios de esta trágica y frustrante vida natural; ya no aparecerán ni nos amenazarán las fútiles esperanzas y temores de la mente humana.

La resurrección

La Biblia recalca que el galardón de los justos será en la resurrección, a la venida de Cristo (1 Tesalonicenses 4:16). Si el ‘alma’ fuese al cielo al morir no habría necesidad de la resurrección.
Pablo dijo que si no hay resurrección, entonces todo esfuerzo por ser obediente a Dios es fútil (1 Corintios 15:32). Sin duda él no habría razonado de esta forma si hubiese creído que el galardón consiste en que su ‘alma’ vaya al cielo al morir. La implicación es que él creía que la resurrección del cuerpo es la única forma de galardón. Cristo nos animó con la esperanza de que la recompensa para los fieles vivos sería “la resurrección” (Lucas 14:14).
Hay amplia evidencia adicional de que el galardón de los justos será en forma corporal. Una vez que se acepta esto, la importancia vital de la resurrección se hace evidente. Nuestro cuerpo se vuelve insensible; si sólo podemos experimentar vida eterna e inmortalidad en una forma corporal, se desprende que la muerte debe ser un estado de inconsciencia hasta aquel tiempo en que nuestro cuerpo sea re-creado y se le dé entonces la naturaleza establecida por Dios.
La totalidad de 1 Corintios 15 trata en detalle acerca de la resurrección; una cuidadosa lectura será siempre provechosa. 1 Corintios 15:35-44 explica que así como una semilla se siembra y luego emerge de la tierra para que Dios le dé un cuerpo, así también se levantarán los muertos para que se les recompense con un cuerpo.
Como Cristo se levantó del sepulcro y su cuerpo mortal fue transformado en un cuerpo inmortal, también los verdaderos creyentes compartirán su galardón (Filipenses 3:21). A través del bautismo tomamos parte en la muerte y resurrección de Cristo, mostrando nuestra creencia de que también nosotros obtendremos el mismo galardón (Romanos 6:3-5) y que igualmente padeceremos los mismos sufrimientos: “Llevando en el cuerpo [ahora y] siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Corintios 4:10). “El que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu” (Romanos 8:11). Con esta esperanza, por lo tanto, anhelamos “la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8:23), cuando ese cuerpo sea inmortalizado.
Palabras muy similares se hallan en el relato de la muerte de Lázaro, un amigo personal de Jesús. En vez de consolar a las hermanas del hombre diciéndoles que su alma se había ido al cielo, el Señor habló de la resurrección: “Tu hermano resucitará”. La respuesta inmediata de Marta, una de las hermanas de Lázaro, muestra cuánto apreciaban esta esperanza los primeros cristianos: “Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero” (Juan 11:23-24). El Señor promete: “Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él… yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:44-45).

Emociones

Juan 11:32. “María… se postró a sus pies”

A los pies de Jesús, encontramos…

Mateo 28:9
Marcos 7:25
Lucas 7:38-48
Lucas 8:35
Lucas 10:39
Lucas 17:15-16
Juan 11:32-44
Juan 12:3

Tal vez Jesús controló sus emociones y mostró serenidad para hacer esta pregunta (v.34), y al recibir la contestación decidió ir con ellos al lugar.
La reacción de Jesús se indica con tres verbos: “se estremeció” (v.33), “se conmovió” (vs. 33, 38) y “lloró” – “derramó lágrimas” – (v.35). No se especifica el motivo de las emociones de Jesús. Pero sugerimos:

“Se estremeció” – significa literalmente producir un sonido “sordo”, “murmurar” “indignarse contra” implicando descontento –. Aquí el Mesías no se enojó contra nadie porque el narrador añade “en espíritu” o “en sí mismo”. Jesús sentía la falta de fe hacia él que la gente desesperada ante la muerte demostraba.

¿Fue causada por la simpatía de Jesús hacia las hermanas? La fuerza del verbo no parece indicar eso. ¿Fue porque la expresión de dolor de los judíos no era real? Esta es, al menos, una posibilidad dado que cualquier muestra de hipocresía hubiera provocado su enojo. Bien puede ser que algo del patético sufrimiento humano pesaba sobre Jesús sabiendo que su copa de amargura estaba cercana. La perturbación de su espíritu surgió de dentro. Quizás fue el conocimiento de la gran incredulidad de algunos de ellos, que inclusive se opondrían a él después de presenciar el levantamiento de Lázaro.

Las lágrimas de Jesús según los Salmos

Salmo 6:6

Salmo 39:12

Salmo 42:3

Salmo 56:8

Salmo 69:10

Salmo 116:8

Juan 11:39. Jesús dice: “Quitad la piedra.”
Estas palabras son dirigidas a los acompañantes de Marta y María porque era un trabajo que requería esfuerzo.
Según los talmudistas, estaba prohibido abrir un sepulcro después de que fuera sellado con la piedra. Además de otros peligros, ellos temían la “impureza legal” por el contacto con los muertos. Por esta razón evitaban acercarse a un sepulcro a menos de cuatro codos.
Juan 11:40. “Jesús le dice: ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios?” El no le había dicho estas mismas palabras anteriormente, pero esto fue una especie de recordatorio de todo lo que le había comentado acerca de su poder vivificador (vs.23,25,26). Una reprensión suave, enfática y muy instructiva. ¿Por qué parece imposible la restauración de la vida a un cadáver ya en descomposición en presencia de la misma Resurrección y la Vida? Todavía tienes que aprender que “si puedes creer, todo es posible al que cree”? (Marcos 9:23).
Juan 11:41. “Jesús, alzando los ojos arriba.” Es una expresión de solemnidad (Juan 17:1). “Padre, gracias te doy que me has oído.” más bien debería decir “…que me oíste”, refiriéndose a una determinada oración elevada por él probablemente cuando tuvo conocimiento del caso (vs. 3, 4).
La relación íntima entre Jesús y el Padre no solo se demostraba por la comunicación espiritual, espontánea e ininterrumpida del uno con el otro sino por los actos específicos de fe y la práctica de la oración. El oraba no sólo por lo que él deseaba sino para manifestar lo que poseía (el poder divino) y teniendo la clara certeza que el Padre responderá a su pedido. Así, da gracias por esto con gran sencillez antes de ejecutar el hecho mismo.
Juan 11:42. “Yo sé que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor para que crean que tú me has enviado”. En ese instante, en vez de orar, simplemente da gracias por la respuesta a una oración ofrecida antes de abandonar Perea. Agrega que hacía esto, a oídos de la multitud, no porque dudara de la eficacia de sus oraciones en cualquier momento sino para mostrar al pueblo que él no hacía nada sin la voluntad de su Padre, sino todo por comunicación directa con él.
Juan 11:43-44. “Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz.” Únicamente en otra ocasión hizo esto: en la cruz. Su última expresión fue un grito fuerte (Mateo 27:50). Esta “gran voz” parece insignificante comparada en grandeza con aquella “voz” que levantará a todos los muertos (Juan 5:28, 29; 1 Tesalonicenses 4:16).
v.43. “¡Lázaro ven fuera!”
v.44. “Desatadle, y dejadle ir.” El muerto salió envuelto con las vendas y con el rostro cubierto por un sudario. Es una especie de segundo milagro el hecho de que pueda salir de la tumba enredado de esa manera.
Aquí hay una alusión, pero en sentido contrario, a la resurrección de Jesús – “habiéndose liberado de las ataduras, dejará las vendas puestas allí y el sudario envuelto aparte…” (Juan 20:7)

Compare Juan 5 con Juan 11

Juan 5:25-30

Juan 11:17, 25, 43

Los resultados del milagro

Juan presenta diferentes reacciones a esa señal.

  • Algunos creyeron (v.45).
  • Otros informaron del hecho a las autoridades (v.46).
  • Los fariseos discutieron el tema en el Sanedrín y decidieron complotarse para matar a Jesús (vs.47–53).
  • El mismo Jesús se retiró a la región que está junto al desierto (v.54).
  • Lo inverosímil: una señal tan notable como ésta ¡no convencería a quienes estaban decididos a no creer!
  • …y la trágica ironía. Lea lo que dice Juan 11:53 (a Jesús) y Juan 12:10 (a Lázaro).

 

Jesús fue glorificado

En Juan 12:16 se dice que los discípulos se acordaron de estas cosas después que Jesús fue glorificado. Es decir, luego de su muerte y resurrección. Cuando dijo que la curación de Lázaro le glorificaría estaba demostrando que sabía muy bien que el ir a Betania y devolverle la salud y la vida a Lázaro era dar un paso que le conduciría a la Cruz.
Con fe, resolución y confianza Jesús aceptó la Cruz para ayudar a Su amigo. Sabía el precio y estaba dispuesto a pagarlo.
Barclay nos presenta una perspectiva interesante:

“Cuando nos viene alguna prueba o aflicción, especialmente cuando es en consecuencia de nuestra fidelidad a Cristo, la veríamos en una luz totalmente diferente si nos diéramos cuenta de que la cruz que tenemos que asumir es nuestra gloria y el camino a una gloria aún más grande.”

Todo lo que hacía Jesús era por el poder de Dios y diseñado para la gloria de Dios.
 

El testimonio de Marta

Las palabras de Marta en el v.21 son idénticas a las de María en el v.32, lo que sugiere que las hermanas habían llegado a esa conclusión después de discutir las distintas posibilidades.
Era evidente que existía una gran fe en el poder sanador de Jesús. Pero la fe de Marta fue mucho más lejos como lo demuestra el v.22. Parecería que estaba alcanzando un rayo de fe al afirmar que creía que Dios respondería a cualquier pedido de Jesús: “Tu hermano resucitará” (v.23) tiene un doble significado. Marta tomó la resurrección como algo real que se cumplirá en el día final, pero Jesús tenía otra intención. Sorprende que Marta no haya captado la implicación de una resurrección inmediata.

La fe de una hermana

v.5

Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.

v.19

y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María,

v.20

Entonces Marta, cuando oyó que Jesús llegaba, salió a encontrarlo, pero María se quedó en casa.

v.21

Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto

v.22

Pero también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

v.23

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

v.24

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.

v.25

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

v.26

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

v.27

Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

v.28

Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí, y te llama.

v.30

Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado.

v.39

Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días.

v.40

Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?

Es imposible decir cuánto entendió Marta del carácter mesiánico de Jesús o de que era Hijo de Dios. Pero no hay duda de que para Juan el contenido de su declaración fuera de mayor importancia. La fe que no alcanza a un concepto tan elevado de Cristo es inadecuada.
Las tres personas resucitadas por Jesús

Referencia

Lucas 8:49

Lucas 7:14

Juan 11:43

Nombre Hija de Jairo Hijo de la viuda Lázaro
Edad Niña de doce años Joven Hombre
Estado social Rico Pobre Amigo personal
Condición Acabó de morir Listo para el sepulcro En la tumba
La fe de los parientes El padre rogó La madre no pidió La hermana dudaba
Otras características No dejó a nadie entrar en la casa. Se detuvieron Quitad la piedra.

Punto de reflexión

¿Qué es lo que glorifica a Dios en el momento de la muerte?

  • Dios es glorificado por una demostración de Su Poder.
    Mateo 12:38-40; Romanos 1:4.
  • Dios es glorificado por la demostración de nuestra fe.
    Juan 11:24, 27.

 

La señal – una manifestación de la gloria de Jehová –

  • Al librar a Lázaro de los lazos de la muerte, Jesús se ha mostrado como vencedor del último enemigo.
  • Cuando creemos que Dios es como Jesús nos ha dicho, llegamos a estar absolutamente seguros de Su amor.
  • Entramos en una nueva relación con Dios.
  • El miedo a la muerte se desvanece.
  • Cuando tomamos los mandamientos de Jesús como nuestra ley, la vida se convierte en algo totalmente nuevo.
  • Cuando aceptamos el camino de Jesús, iniciamos una nueva forma de vida.
  • La vida en Cristo se eleva a un nivel superior.

 

Señal 7: Una aplicación personal

Jesús dice: “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.. ¿Crees esto?” ¡Jesús habla con nosotros! La salvación es un asunto personal. Se necesita fe para creer lo que Jesús promete.
La señal nos enseña que Jesús vino para salvar a quienes “Dios ayuda” (Lázaro).
¿Creemos en la resurrección que se producirá cuando Jesucristo venga en la gloria de Su Padre?