La “apologética” de Juan

Hoy, más que nunca antes, se les pide a los cristianos que den razón de la esperanza que está en ellos. A menudo, en el contexto evangélico los buscadores plantean preguntas acerca de la validez del mensaje del evangelio. Examinamos el lugar y el propósito de la apologética en el evangelio de Juan.
La palabra “apologética” en realidad nunca aparece en la Biblia. Pero hay un versículo que contiene su significado:

“Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” (1 Pedro 3:15).

La palabra griega apologia significa “respuesta,” o “defensa razonable.” No significa disculparse, ni significa entrar simplemente en un diálogo intelectual. Significa proveer respuestas razonables a preguntas honestas y hacerlo con humildad, respeto y reverencia. Es la rama de la teología que trata de las pruebas y fundamentos de la verdad. Los sinónimos de “apologética” son: “defensa”, “fomento”, “explicación”, “exposición”, “análisis”.
El versículo 15, por lo tanto, sugiere que la forma en que uno hace apologética es tan importante como las palabras expresadas. Y Pedro nos dice en este pasaje que los cristianos deben estar siempre listos con las respuestas para aquellos que nos pregunten acerca de nuestra fe.


Un testimonio

El testimonio de Juan el Bautista es una expresión de lealtad y devoción. “Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz…” (Juan 1:7). En Deuteronomio 19:15–21, la ley sobre los testigos se deriva de donde se presupone un proceso legal. Una protección básica en contra de un veredicto injusto era el requisito de que por lo menos dos testigos estuvieran de acuerdo. Así está en Mateo 18:16 la necesidad de un testimonio: “Pero si no te oye, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.”


Un testigo ocular

Juan 3:32 dice “y de lo que ha visto y oído testifica, pero nadie recibe su testimonio.” Las palabras “ver” y “oir” son repetidas muchas veces en el evangelio de Juan.


Un testimonio de lo sobrenatural

El testimonio de Juan se refiere a lo sobrenatural y las señales son la confirmación de la revelación por Cristo (Juan 2:11). Las señales son milagros para apoyar el mensaje que Dios dio a Su Hijo. La declaración de la carta a los Hebreos 2:3-4 dice: “cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.”


Un testimonio confirmado

Es imprescindible dar un testimonio más allá de toda duda. Juan ofrece en dos maneras el testimonio confirmado. Primeramente, por medio de las señales (Se nota lo que Juan dice también en Juan 20:20). Segundo, había muchos testigos dentro de las multitudes que oyeron las enseñanzas de Jesús y vieron los milagros.
En Juan 5 está una lista del testimonio acerca de Cristo:

  • Juan 5:32-33 Juan el Bautista dio testimonio de Jesús.
  • Juan 5:36 Las obras de Jesús dieron testimonio de él.
  • Juan 5:37 El Padre dio testimonio de Jesús.
  • Juan 5:39 Las Escrituras dieron testimonio de Jesús.


Un testimonio bajo juramento

Hay una frase en el evangelio de Juan que se encuentra repetida veinticinco veces. Es: “De cierto, de cierto te digo que de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos; pero no recibís nuestro testimonio.” (Juan 3:11)


Un testimonio sellado

Una señal de un documento oficial es el sello. Por eso leemos del sello del testimonio de Jesús así en Juan 3:33 “El que recibe su testimonio, ese atestigua que Dios es veraz.”– (NVI y La Biblia de Jerusalén: “certifica”; Nacar-Colunga: “pone su sello atestiguando”). Aún más significativo está en la siguiente referencia: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre, porque a este señaló Dios, el Padre.” (Juan 6:27)


Un testimonio de la última voluntad

La palabra griega para “testigo” es martos de donde proviene la voz castellana mártir, uno que da testimonio mediante su muerte. De nota a uno que puede certificar o certifica aquello que ha visto u oído, o conoce. Se emplea por ejemplo de aquellos que dan testimonio de Cristo hasta la muerte (Hechos 22:20; Apocalipsis 2:13).
Juan amplifica el concepto de ser un testigo hasta incluir a aquellos listos para testificar hasta la muerte.


Un testimonio apostólico

Un aspecto importante se encuentra en las siguientes referencias:

  • Jesús dijo a los discípulos: “Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.” (Juan 15:27).
  • Es precisamente la misma condición establecida en Hechos 1:21-22 “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho con nosotros testigo de su resurrección.”