El segundo ciclo de discursos (Job 15-21)

Ciclo 2 (poema)

Elifaz (2)
Capítulo 15
Bildad (2)
Capítulo 18
Zofar (2)
Capítulo 20
Job
Capítulos 16-17
Job
Capítulo 19
Job
Capítulo 21

Elifaz, el temanita, declara que los injustos están en peligro (Job 15). Bildad, el suhita, afirma que los injustos caerán en la trampa y luego serán olvidados (Job 18). Zofar, el naamatita, dice que tendrán la vida corta y perderán todas las riquezas (Job 20). La manera de discutir es más intensa, sus argumentos más dogmáticos y menos tolerantes.
Lea el segundo discurso de Elifaz, el temanita, en el capítulo 15
En la primera parte de este discurso (vs. 2–16), Elifaz habla directamente a Job; en la segunda (vs. 17–35), habla indirectamente del destino de los impíos. En esta segunda sección Elifaz sugiere que Job no es un hombre así, por lo que no tiene razón para temer. Todo el discurso, por lo tanto, tiene la intención de ser un aliento para Job, y la posición de Elifaz es la misma de su primer discurso (capítulos 4 y 5).
Según el concepto de Elifaz, Job tiene dos faltas: una intelectual y una moral. El error intelectual es no ver que aun el más perfecto de los seres humanos está manchado a los ojos de Dios (vs. 14–16). Job hace mal en creerse superior a lo ordinario (v. 9) y en socavar la teología tradicional a favor de su propia experiencia (v. 4). La falta moral consiste en no soportar su sufrimiento con valentía y paciencia. La pasión misma del discurso de Job es prueba de que está equivocado (vs. 12-13); la persona verdaderamente sabia habla con calma.
Elifaz no rechaza a Job como persona, pero no puede aceptar que Job sea un hombre con el cual no es posible razonar. Job es una persona lastimada y llena de ira; invitarle a ser paciente es exigirle que sea falso. Si Job sufriera en silencio, estaría aceptando el juicio de Dios en su contra, y podría hacerlo únicamente si renunciara a su integridad.

Según Elifaz, las palabras de Job son calificadas de vanas e inservibles. Identifique en los vs. 2-16 la crítica de Elifaz de la necedad de Job y su discurso pecaminoso.
v.

La segunda arenga de Elifaz se divide en dos partes:

  • 15:1-16 un reproche a Job por su actitud.
  • 15:17-35 un memorándum para que no olvide la suerte que espera al hombre inicuo.
Los versículos 20 al 35 describen los juicios y las perturbaciones que el inicuo habrá de sufrir a causa de su pecado. Haga un resumen del contenido de cada uno de los motivos o razones de los siguientes juicios:
15:20-24 Juicios
15:25-26 Razones
15:27-28 Razones
15:29-35 Juicios

Lea la segunda respuesta de Job a Elifaz, el temanita, en los capítulos 16 y 17
Este es, hasta ahora, el más desorganizado de los discursos de Job. Sus disertaciones anteriores habían avanzado hasta un clímax en los caps. 12–14, y desde ese punto en adelante realmente no tiene nada novedoso que decir. La respuesta de Job empieza con la misma afirmación de antes: “¡Consoladores molestos sois todos vosotros!” (Job 16:2). Siente que Dios le ha “fatigado” y “asolado” (16:7). Sus ojos se están oscureciendo por el dolor (17:7); sus amigos son consejeros inútiles (17:10) y, prácticamente, no le queda esperanza (17:15).

Job se sentía sin ayuda alguna por parte de los tres consoladores. Su mayor preocupación era, sin embargo, el tormento de no poder descifrar los misterios de Dios. Busque en los vs. 6-17 como Job compara a Dios.
v.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Punto de reflexión

Job 16:18-17:2. Job encuentra una posible solución
Después de hablar de la tierra, Job hace referencia al cielo:
v. 19 “en los cielos está mi testigo”. (Alguien que pueda hablar en su favor). ¿Job piensa en el mismo Dios a quien había descrito como su enemigo?
¿El v. 21 parece indicar que Job tiene a alguien más en la mente?

“porque no entró Cristo en el santuario hecho por los hombres, figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora por nosotros ante Dios.” (Hebreos 9:24)

Aquel que entró dentro del velo, que penetró hasta la presencia de Dios para presentarse por nosotros, llegó allí, por vía de la cruz. Aquel que está delante de la presencia de Dios como nuestro testigo lleva las cicatrices que hablan del sufrimiento y de la muerte, testificando que es nuestro Redentor.
Habiendo resuelto el problema del pecado, Cristo está en la presencia de Dios como un testigo y como Salvador nos representa.
Job 17:8-10. El punto de vista aquí es el de los amigos. Por ser hombres rectos, están horrorizados ante la condición presente de Job, y se sienten impulsados a denunciar a los impíos (Job).
Job 17:11-16. Job cae nuevamente en la desesperación, pero no es una que le quita su creencia en su propia inocencia; es una desesperación causada por el hecho de que cree que nunca será demostrada su inocencia. ¿Qué puede esperar para el futuro? Ha perdido a su familia y puede esperar sumarse a la familia de gusanos en él más allá (v. 14). Si esa es su expectativa, no se puede llamar esperanza, ¿verdad? La razón de su depresión no es que esté sufriendo una enfermedad fatal, sino que no ve señales de la reivindicación que demanda.
Lea el segundo discurso de Bildad, el suhita, en el capítulo 18
Bildad continúa con el tema que Elifaz, el temanita, ha comenzando en su segundo discurso, esto es la suerte de los impíos.

Compare los dos discursos
Elifaz, capítulo 15 Bildad, capítulo 18
vs. 22-23, 30
 
 
vs. 5-6, 18
vs. 30, 32-33
 
 
v. 16
vs. 30, 34
 
 
 
v. 15  
 
 
 
vs. 27-31
 
 
 
vs. 7, 15-16  
 
 
 
vs. 21, 24
 
 
 
vs. 11, 14  
 
 
 
v. 34
 
 
 
vs. 6, 14-15  
 
 
 
vs. 4,13, 25-26
 
 
 
v.21
Compare el segundo discurso de Bildad con el primero
Primer discurso en el capítulo 8 Segundo discurso en el capítulo 18
8:2 18:2
8:4 18:19
8:12-13, 16-19 18:16
8:22 18:15
Bildad menciona seis palabras distintas en Job 18:8-11 para acentuar las muchas e inminentes peligros que esperan al impío como resultado de sus propios temores. ¿Cuáles son?
 
 
 

Lea la respuesta de Job a Bildad, el suhita, en el capítulo 19
En este discurso hay un mensaje dirigido a los amigos al principio, al medio y al final (vs. 2–6, 21, 22, 28, 29). Entre estas pláticas aparece una queja (vs. 7–20) y una expresión de deseo, conocimiento y anhelo (vs. 23–27).
Job 19:1–6. Por dos veces Bildad comienza sus discursos con “¿Hasta cuándo?” (Job 8:2; 18:2). Ahora Job devuelve la pregunta a los tres acusadores (v. 2).
Job 19:7–12. Job describe el mal que Dios le ha hecho con una variedad de imágenes que representan asaltos: El ciudadano a quien han robado pero que no encuentra a nadie que lo ayude cuando clama (v. 7); el viajero que encuentra su camino bloqueado y cae sobre él la noche (v. 8); el príncipe que es humillado por un rey extranjero (v. 9); la planta arrancada de la tierra (v. 10); la persona que descubre que su amigo se ha convertido en su enemigo (v. 11) y el rey o ciudad sitiada por sus enemigos (v. 12).
Job 19:13–20. Nadie levanta una mano ni siquiera la voz. Dondequiera que mira se encuentra aislado y enajenado. Y es Dios quien ha causado esto, no directamente sino al medio de hacerlo sufrir. El resultado de todos los ataques de Dios contra él es que “mis huesos se pegan a mi piel y mi carne” (v. 20). Normalmente los huesos son el armazón del cuerpo humano, y la carne y piel “cuelgan” de él; pero Job se encuentra tan emocionalmente debilitado que está en un estado de colapso, como si a sus huesos ya no les quedaran más fuerzas.
Job 19:21-22. Resulta extraño que ahora Job pida a sus amigos que lo compadezcan, después de haberlos atacado antes en forma reiterada (Job 6:15–17; 12:2, 3; 13:2). Tiene más sentido si comprendemos que no les está pidiendo compasión en general, sino sencillamente que dejen de perseguirlo con sus discursos.
Job 19:23–27. Lo que Job sabe es que Dios es su enemigo (Job 6:4; 10:8–14; 13:24; 16:7–14; 19:7–12), que nunca volverá a ver el bien (7:7), que pronto estará muerto (7:21; 10:20; 16:22), que será asesinado por Dios (12:15; 16:18). Pero lo que anhela es poder entablar una disputa con Dios (13:3, 22) con la esperanza de ganarse su reivindicación antes de su muerte. Esta es la razón por la que su corazón “se consume” dentro de él (v. 27). Nunca antes creyó que sería reivindicado al final; pero ahora dice “yo sé” (15), aunque la reivindicación llegue después de su muerte.
 

Punto de reflexión

“Yo sé que mi Redentor vive…” (Job 19:25)

Es imposible leer las palabras sin tomar plena consciencia de que su interpretación se encuentra en Cristo (Hebreos 7:25). Sin embargo por el momento, sólo tomemos nota de que Job no pudo haber comprendido más profundamente el significado de estas palabras.
Un “redentor” era la persona que ofrecía protección o defendía legalmente a un familiar íntimo que no podía hacerlo por sí mismo. La palabra que Job emplea es la palabra hebrea “go’el”’ (Vea Éxodo 6:6; Números 35:16-28; Levítico 25:25-28, 48-49; Rut 4:3-6).
Ahora Job se aferra a lo que conoce del Señor del pacto. Fue Jehová quien redimió a Israel de Egipto con su brazo extendido, ¡y será Jehová el Redentor y pariente cercano quien lo vindicará!
Lea el segundo discurso de Zofar, el naamatita, en el capítulo 20
Impaciente y resentido, Zofar arremete contra Job con incisiva diatriba. Sus palabras despiden veneno como las cobras y los áspides como él mismo dice (Job 20:14, 16). Zofar, el naamatita, es poco original, menos cordial y sin la más mínima empatía, lo contrario de lo que sería un consejero eficaz.

Identifique los versículos donde Zofar dice que los pecados son las riquezas adquiridas deshonestamente (20:10-19)
v.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Job 20:12–23. La imagen clave aquí es “el comer” (es el proceso de “comer, gustar y digerir”). Se mencionan palabras como: boca, lengua, paladar, estómago, entrañas, vientre, saborear, tragar, vomitar, chupar y comer, y también incluye alimento, dulzura, aceite, miel y crema. Pero todos los objetos que el malvado pone dentro de sí no le dan beneficio duradero. Una imagen es del alimento que es rico al gusto pero que se agria en el estómago y es vomitado (vs. 12–15). La otra es del alimento que resulta ser un veneno mortal (vs.16–19). En una tercera imagen, el malvado es tan avaro que consume toda la comida que hay y luego se muere de hambre (vs.20–22).

Identifique los versículos de la ira de Dios contra los impíos ricos (20:20-29).
v.

Lea la segunda respuesta de Job a Zofar, el naamatita, en el capítulo 21
Los tres discursos de los amigos en el segundo ciclo se concentran en el tema del destino del impío, y Zofar, en su último discurso, aun alega que los malos disfrutan por muy poco tiempo los frutos de sus pecados. “No”, dice Job, “los malos pasan sus días en la prosperidad, y con tranquilidad descienden al Seol” (v. 13). La posición de Job es igualmente extrema, pero se acerca más a la realidad.
Job 21:1-16. Job niega todo lo que los amigos han dicho. Los malos viven hasta la vejez (v. 7), ven que sus descendientes se establecen (v. 8), sus animales no sufren accidente alguno (v. 10) y hasta blasfeman a Dios (vs. 14-15) y subsisten. Job cruelmente parodia el retrato de la prosperidad de los justos presentado por Elifaz (5:17–27). En tres versículos Job contradice a Zofar (v. 7; 20:11), a Bildad (v. 8; 18:19) y a Elifaz (v. 9; 5:24). Job no quiere una prosperidad como la de los malos (v. 16), y con cada frase que dice sobre ella, quiere significar: “¿Por qué se permite que esto suceda?”

Compare lo que dicen Zofar y Job con respecto de los impíos
Zofar, capítulo 20. Los impíos… Job, capítulo 21. Los impíos…
v. 7  
 
 
v. 7
v. 5  
 
 
v. 7
vs. 6, 11  
 
 
v. 7
v. 26  
 
 
v. 8
vs. 21, 23, 28  
 
 
vs. 9, 10
vs. 23, 28  
 
 
v.9
v. 10  
 
 
vs, 11, 12
vs. 15, 17-18  
 
 
v. 13
v. 27  
 
 
vs. 14-15
vs. 10  
 
 
vs. 19-21
vs. 7-9  
 
 
vs. 32-33

 
 
Job 21:27–34. La experiencia humana demuestra que Job tiene razón. Job sabe lo que han estado pensando sus amigos (v. 27) mientras que describían el destino de los malos: Los malos sufren —Job está sufriendo— por lo tanto a Job hay que incluirlo entre los malos. Pero lo que los amigos creen es falso según lo demuestra la experiencia que es común a todos los humanos. Job dice que si uno preguntara a cualquier viajero, escucharía que el malo es preservado en el día de la calamidad (v. 30).
La conclusión de Job al final de este ciclo es que, después de tanto hablar y tanto discurso, nadie le ha ofrecido un ápice de ayuda.