Pregunta 12

Introducción

En la escena de este milagro se ve a Jesús en una sinagoga en el día de reposo. Enseñaba con autoridad, pero no se indica lo que enseñaba en esa ocasión. Un hombre con un espíritu inmundo declara que ese Jesús es el Santo de Dios. Jesús le reprende y el espíritu inmundo sale del hombre. Los espectadores quedan asombrados y esto conduce a preguntas retóricas sobre el milagro y la doctrina que Jesús predica.
El milagro sitúa a Jesús en oposición al hombre poseído y crea un conflicto entre el demonio (o espíritu inmundo) y Cristo. Preguntamos ¿por qué hay esta oposición? Por ejemplo, ¿por qué claman los demoníacos de una manera hostil? La descripción del hombre poseído es rara y especialmente su discurso. ¿Cómo reconoce el demoníaco a Cristo? El exorcismo inclusive provoca daños en el hombre. ¿Es de importancia este detalle? La muchedumbre está asombrada, como podríamos suponer. Pero los evangelios ponen énfasis en el asombro de la gente ante la doctrina de Jesús en lugar del milagro, ¿por qué?
El milagro nos deja con preguntas complejas, pero nuestra pregunta principal es si este episodio nos muestra que los demonios existen. Enfocaremos el relato bajo cuatro aspectos: primeramente, miraremos las descripciones de aquellos involucrados; luego, examinaremos la conversación que se produce; en tercer lugar, consideraremos el exorcismo mismo – cómo el demonio sale del hombre; y por último, miraremos la reacción de la muchedumbre. Separando la historia de esta manera ayudará a nuestro análisis.
 

Describiendo al hombre

La primera señal de evidencia que tiene que ver con la pregunta de si los demonios existen es la descripción del narrador acerca del estado del hombre. Marcos 1:23 usa la expresión “un espíritu impuro”, mientras que en Lucas 4:33 dice “un espíritu de demonio impuro”. Esta diferencia refleja probablemente una diferencia de público. Si Marcos está escribiendo en un contexto galileo para las iglesias galileas, en su obra de la predicación, “un espíritu impuro” podría ser un término galileo o judío. La descripción de Lucas podría ser para introducir la expresión “un espíritu impuro” para un público griego. Parece que Lucas introduce una nueva frase “un espíritu de demonio impuro” para que su público (Teófilo – Lucas 1:3) pueda entender su informe del discurso de los galileos acerca de los “espíritus impuros”. Lucas no usa más la frase “espíritu de demonio impuro”. Desde aquí en adelante usa libremente “espíritu impuro”, sin el vocablo “demonio” (Lucas 4:36, 6:18, 11:24). Comparando estos dos evangelios, aprendemos que “espíritu impuro” tiene la misma referencia que “demonio”.
Está claro que la terminología “espíritu impuro” era conocida en Galilea porque la muchedumbre usó la expresión cuando anunciaron el milagro que había ocurrido en el distrito.4
Se describe que el hombre tenía “un espíritu impuro”. ¿Por qué está el espíritu impuro? El concepto de inmundicia en la Ley involucra varias cosas:

  • habían animales impuros que a las personas no les estaba permitido tocar; si los tocaban tenían que hacer ofrendas expiatorias (Levítico 5);
  • habían animales que no podían comerse (Levítico 11);
  • la lepra era declarada impura (Levítico 13 y 14);
  • ciertas impurezas físicas eran inmundas (Levítico 12 y 15).

El resultado general de violar estas leyes era que se declaraba impura a la persona y la acción terapéutica necesaria era a menudo un periodo de separación. De la prominencia del concepto de la impureza en la Ley, *podemos determinar que el diagnóstico “espíritu impuro” es un diagnóstico sacerdotal. Aunque no era parte de la Ley de Moisés, es posible que los sacerdotes en los días de Jesús hubieran extendido su aplicación de la Ley para incluir demoníacos. Si esto es correcto, los individuos diagnosticados como “impuros” habrían ido al sacerdote para que los declarara “limpios”. En todo caso, este tipo de diagnóstico es claramente judío y debe distinguirse debidamente de la descripción de individuos como “demoníacos”, lo cual es una comprensión más helenística.
El concepto de “impureza” también describe a los habitantes nativos de la tierra que se dio a Israel. Por ejemplo,

“…La tierra en cuya posesión vais a entrar, es tierra corrompida a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones con que la han llenado de uno a otro extremo con su impureza.” (Esdras 9:11).

Los israelitas participaron de esta “inmundicia”:

“Hijo de hombre, mientras la casa de Israel habitaba en su tierra, la contaminó con su mala conducta y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su conducta delante de mí. Y derramé mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra, porque con sus ídolos la contaminaron.” (Ezequiel 36:17-18).

Las personas fueron castigadas, pero todavía hay esperanza para ellos:

“Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis purificados de todas vuestras impurezas, y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36:25-26).

“Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más serán recordados; también exterminaré de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia.” (Zacarías 13:2).
Esta línea de pensamiento asocia la inmundicia con la idolatría y sus abominaciones. Zacarías usa la expresión “espíritu de inmundicia” para referirse a la espiritualidad que habían perdido.
Parecería entonces que el “espíritu impuro” que posee al hombre simbólicamente representa la condición espiritual del hombre, visto desde esta perspectiva histórica.
Este puede ser el simbolismo general; sin embargo hay un tipo más específico que subyace en este milagro: un tipo correspondiente al éxodo de Israel de Egipto.
 

La Conversación

En la conversación entre Jesús y el demonio consideramos la evidencia que respalda nuestra respuesta a la pregunta acerca de si existen los demonios. Esta conversación parece alternar del hombre mismo al espíritu inmundo – no podemos determinar si Jesús solamente habla con el hombre o solamente habla con el espíritu inmundo. La conversación empieza con el hombre que clama más bien que con el espíritu impuro:

“Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu impuro, que gritó” (Marcos 1:23).
(Nacar-Colunga: “Y luego, hallándose en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar”).
“Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio impuro, el cual exclamó a gran voz” (Lucas 4:33).
Pero Jesús se dirige al espíritu impuro:
“Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!” (Marcos 1:25, Lucas 4:35).

Este cambio en el discurso de Jesús probablemente es provocado por el cambio en los pronombres personales: el hombre que viene a Jesús usa el pronombre plural,

“¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos?” (Marcos 1:24) y
“¡Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos?…” (Lucas 4:34).

Se nota el cambio de pronombre con la declaración de que él conoce a Jesús:

“Sé quien eres, el Santo de Dios” (Marcos 1:24, Lucas 4:34).

Podemos conjeturar que el espíritu impuro usó el aparato vocal del hombre, simplemente porque estaba “en” el hombre. Jesús reprende5 “al espíritu impuro” en esta coyuntura, pidiéndole que salga del hombre.
El demoníaco está usando ciertas expresiones aquí, qué armonizan con el simbolismo que hemos identificado anteriormente:
“…Déjanos…” viene de Éxodo 14:12 “¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios?” (Es importante notar que esta expresión, “Déjanos” sólo ocurre en el Antiguo Testamento en Éxodo 14:12. Es una exclamación de disgusto y es esto lo que los relatos evangélicos están reproduciendo.)
“…destruirnos…” viene de Deuteronomio 1:27, “…Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos.” (Note también que esta expresión “destruirnos” sólo ocurre en el Antiguo Testamento en Deuteronomio 1:27 y en Josué 7:7 que es una cita de Deuteronomio.)
Este lenguaje sugiere que hay que tomar al hombre demoníaco como representante de las personas que están “espiritualmente” en Egipto. Quieren quedarse solos, y temen que se destruirían si siguieran a Moisés. En términos típicos, así como un espíritu impuro poseyó al hombre, Israel fue poseído por Egipto. Esto no era simplemente una esclavitud física, aunque ellos eran literalmente una “posesión”. Era una posesión espiritual porque las personas se habían atado a los dioses de Egipto (los ídolos). De esta manera, estaban “impuros” (Ezequiel 20:7-8), y necesitaban ser limpiados. Esta tipología es consecuente con lo que entendimos por el simbolismo general de la expresión “espíritu impuros” en Zacarías: las personas estaban inmundas.
El título usado por el demoníaco, “Santo de Dios”, viene de Salmo 16 y Salmo 78, y su uso encaja con esta tipología del Éxodo:

“…Ni permitirás que tu santo vea corrupción” (Salmo 16:10).
“Y volvían, y tentaban a Dios, y provocaban al Santo de Israel” (Salmos 78:41).

El “Santo” de Israel era el ángel del Señor que los había guiado en su salida de Egipto. Los israelitas habían provocado a este ángel (Isaías 63:9-10). Este ángel había mostrado muchas maravillas (Salmos 78:11) en la redención de Israel y por eso era un prototipo de Cristo que se les presenta como el Santo de Israel..
El demoníaco no llama a Jesús “el Santo de Israel” sino “Santo de Dios”. Esto es porque Jesús era el Hijo de Dios. Sin embargo, el sentido de posesión implicado en “de Dios” se compara con Salmos 16, donde tenemos “tu santo”.8 Este Salmo tiene una aplicación inicial a David, pero, por ser un salmo mesiánico se aplica principalmente a Cristo. Expresa la fe personal de David en la resurrección, y con respecto a Cristo profetiza su resurrección (Hechos 2:27; 13:35).
El demoníaco identifica a Jesús como aquel que no verá corrupción y, considerando las otras alusiones de Éxodo, él se identifica por contraste como si estuviera en una “esclavitud de corrupción” semejante a la de Egipto. Es interesante notar que la misma palabra se usa para describir la pasada de largo del ángel destructor en Éxodo 12:13, “y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.” El comentario de David está usando un simbolismo de Éxodo 12, en el que la pasada de largo del ángel destructor representa la resurrección de aquéllos que son salvados.
¿Por qué se refiere a Jesús como “El Santo de Dios”? Lo identifica como el Mesías, el Hijo de David y el homólogo del Santo de Israel quien redimió a Israel de Egipto. La ironía aquí es que mientras el demoníaco hace esta identificación, las personas no muestran el mismo entendimiento.
En este contexto de interpretación podemos ver por qué el demoníaco declara “Sé quién eres” (Marcos 1:24). Uno de los objetivos principales del Éxodo es que Israel (y Egipto) “vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios” (Éxodo 6:7; 10:2). El símbolo aquí requiere este reconocimiento, pero se acopla con un rechazo implícito del Santo de Dios. Este rechazo es un esfuerzo por rechazar a Jesús, como Moisés fue rechazado primero (Hechos 7:20-27). Prefigura el rechazo de Jesús por los judíos y la gente.
 

Digresión: Demonios que creen

Los dos resúmenes del ministerio de Jesús demuestran un modelo invariable del reconocimiento a Jesús por los demoníacos.

“Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.” (Lucas 4:40-41).
“pues, como había sanado a muchos, todos los que tenían plagas se echaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, al verlo, se postraban delante de él y gritaban: ¡Tú eres el Hijo de Dios!” (Marcos 3:10-11).

Estos resúmenes no nos presentan a los individuos que están poseídos. Sin embargo, aunque los individuos no se mencionan en estos resúmenes, están implícitos. Por ejemplo, el resumen de Marcos declara que los espíritus inmundos se postraban delante de él, y lo entendemos como una descripción de las personas que se postraban. Lucas declara que los demonios daban voces, y los entendemos como una descripción de individuos gritando, Ambos escritores presentan el punto de vista de que los demonios identifican a Cristo con precisión. Ellos se refieren a demonios o espíritus inmundos.
Por consiguiente, se ha sostenido que cuando los demonios expresan una creencia, esto indica que los demonios existen. Sin embargo, este argumento asume que estos resúmenes no son parte de cualquier ironía en el relato. Que Jesús haya sido identificado por los demonios podría ser parte de un contraste irónico con los judíos quienes resueltamente se negaron a reconocerlo como el Hijo de Dios. En este caso los escritores del Evangelio podrían estar enfatizando intencionalmente que los demonios creen que Jesús es el Hijo de Dios, sin pretender decir que él creía en la existencia de demonios.
La ironía no excluye la posibilidad concluyente de que el texto debe ser aceptado literalmente como está escrito. Sin embargo se abre la posibilidad de que el autor esté aplicando simplemente las ideas comunes del día al utilizar una ironía punzante. Él podría estar usando contra los fariseos que se negaron a creer en Jesús simplemente la creencia de ellos en los demonios. Juzgaríamos esta opción como verdadera si pensamos que el autor del Evangelio estaba tratando con una tradición bíblica en la cual no había cabida alguna para la creencia en la existencia de demonios.
No debe pensarse que todas las aflicciones del demonio estaban acompañadas de exclamaciones sobre la identidad de Jesús. Algunas declaraciones breves sobre los demonios “expulsados” no hacen ninguna mención de creencia (Mateo 8:16; Marcos 6:13). También, como podría anticiparse, los espíritus mudos no expresan creencia en Jesús (Mateo 9:32; 12:22; Lucas 11:14). También debemos recordar que el demonio y “las personas afligidas” hablan, y a veces no está claro quién está hablando. El fenómeno que se nos presenta describe una forma coherente de “demonio-en-humanos” que hablan en lugar de “demonios”, o que hablan por su propia cuenta.
Estos parecen ser dos casos en los cuales los síntomas ilustran problemas mentales. El demonio se presenta como la causa de algún tipo de inestabilidad mental. Es posible que estos tipos de aflicciones de demonios sean los que produjeron la exclamación sobre la identidad de Jesús. Nos muestra casos en que los demonios se centran en los humanos; hablan por medio de humanos los cuales tienen aparato vocal. No tenemos ninguna razón para suponer que los demonios están capacitados para tener creencias fuera de un ser humano.
Después de las exclamaciones sobre la identidad de Jesús, él ordena que los demonios se queden callados.
 

El Exorcismo

La tercera señal de evidencia que tenemos que examinar es la descripción del narrador del exorcismo mismo. Hay dos aspectos que considerar:

  1. Jesús reprende al espíritu inmundo.
  2. La conducta del demonio saliendo del hombre.

Jesús “reprende” al demonio. En el Antiguo Testamento hay dos tipos principales de reproche. Primeramente está el reproche a Israel por su rebeldía, y segundo, está el reproche a las naciones por lo que hacen contra Israel. Cuando Dios reprende a Israel, trae el castigo sobre ellos. Por ejemplo:

“Jehová enviará contra ti la maldición, el quebranto y el asombro en todo cuanto pongas tu mano y hagas, hasta que seas destruido y perezcas muy pronto a causa de la maldad de las obras por las cuales me habrás dejado.” (Deuteronomio 28:20).

El reproche contra el espíritu impuro es más como el reproche contra las naciones (Isaías 2:4; 17:13). En términos de tipología que hemos estado estudiando, es equivalente a un reproche contra Egipto como uno que (ilícitamente) poseyó a Israel.
El espíritu inmundo sale del hombre después de hacerle daño (Vea Oseas 6:1-3), y después de clamar a gran voz:

“Y el espíritu impuro, sacudiéndolo con violencia, y dando un alarido, salió de él.” (Marcos 1:26).
“…Entonces el demonio, derribándolo en medio de ellos, salió de él sin hacerle daño alguno.” (Lucas 4:35).
Este lamento corresponde al “gran clamor” de los egipcios al ver la muerte de sus primogénitos (Éxodo 11:6; 12:30).

Es importante observar el cambio de tipología. Dijimos que los demoníacos representan a los israelitas idólatras y su posesión por las naciones idólatras. El elemento de echar fuera al demonio puede verse de dos maneras:

  • de las naciones extranjeras echadas fuera,
  • pero también representa a Israel limpiado de la idolatría.

Pensamos en ser poseídos por demonios, como Israel fue poseído por Egipto y no queremos ser destruidos en el desierto. Aquí, el hombre habla con los demonios (“déjanos”). Pero cuando pensamos en el demonio expulsado, se dirige nuestra atención a la expulsión de la nación que afligía a Israel. Cabe recordar que Israel no fue destruido o expulsado en el desierto; Egipto fue destruido en sus casas y en el Mar Rojo, y esto es lo que representa el demonio que es echado fuera – la eliminación de lo que oprime al hombre. El cambio es intencional, y asegura al lector de que Dios no destruirá a Israel; (en días de Jesús; una convicción de que no serían destruidos por Roma).
Aquí tenemos que preguntar: ¿cómo se sabía que el demonio había salido del hombre? La respuesta parece ser que la conducta violenta terminó y la conclusión es que el demonio había dejado al hombre. Esto está indicado por Lucas 4:35: “…salió de él…”. El punto que tenemos que observar aquí es que el demonio causa esta conducta y su salida indica el fin de este comportamiento; además, ya no se habla más de él en el relato.
No tenemos ninguna respuesta para preguntas como: ¿Dónde se fue?, ¿Se murió? y así sucesivamente.
 

Una aplicación del primer siglo

Aunque el simbolismo del milagro depende de las alusiones históricas al carácter espiritual de Israel, el milagro no es una parábola histórica sino una situación contemporánea. El milagro ocurrió en los días de Jesús y la doctrina que enseñaba tenía importancia en su época. En este caso, los Evangelios presentan un simbolismo según el cual Dios está luchando contra la idolatría espiritual de la gente, y Jesús, el Santo de Dios, expulsando demonios para mostrar que tales dioses no eran dioses. El milagro describe las circunstancias que existían en el primer siglo.

  • los judíos estaban en una esclavitud de pecados;
  • los judíos temían ser destruidos;
  • los judíos estaban clamando y necesitaban ser callados.

El primer punto de contacto entre el milagro, los judíos contemporáneos y el Éxodo es el concepto de pecado. Esto se indica por las palabras del demonio a Jesús. El hombre poseído pregunta:
“…¿qué tienes con nosotros.. .Has venido…?”
Esto viene de 1 Reyes 17:18, donde el profeta Elías viene a la viuda de Sarepta y ella le dice: “¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido…?” Ella pregunta si Elías había venido a recordarle su pecado. Esta alusión, reflejada en el discurso del hombre poseído por el demonio, pone en el primer plano los pecados de la gente.

“Entonces dijo ella a Elías: ¿Qué tengo que ver yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido aquí a recordarme mis pecados y a hacer morir a mi hijo?” (1 Reyes 17:18).

Los judíos estaban espiritualmente “en Egipto”. Esto está indicado por las palabras de Jesús en Juan 8 donde les enseña que la verdad les hará libres:

“Le respondieron: Descendientes de Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado, esclavo es del pecado.” (Juan 8:33-34).

El acercamiento (falso) de los judíos a su Ley (y sus otras doctrinas falsas) los puso en un tipo de esclavitud egipcia.
Este interrogativo, “¿qué tienes con nosotros?” sugiere que Jesús ha violado el territorio de la sinagoga la cual es dominio del espíritu impuro. Este es el sentido de la misma pregunta propuesta por Jefté al rey de Amón: “¿Qué tienes tú conmigo, que has venido a mí para hacer guerra contra mi tierra?” (Jueces 11:12). Este territorio identifica el simbolismo del espíritu inmundo; un espíritu del judaísmo apóstata.
El segundo punto de contacto entre el milagro, el Éxodo, y los judíos en la época de Jesús surge si preguntamos: ¿qué pensó la jerarquía judía que Jesús había venido a destruir? Dos respuestas hacen pensar en:

  • la Ley (Mateo 5:17; Juan 10:10)
  • el Templo (Mateo 26:61; Hechos 6:14)

Estos dos aspectos de la vida de ellos resumían su identidad y por eso se oponían al ministerio de Jesús (Jeremías 7:4).
El tercer punto de contacto se encuentra en la respuesta de Jesús al demonio. Viene de Sofonías 1:7-8:

“Calla en la presencia de Jehová, el Señor, porque el día de Jehová está cercano, porque Jehová ha preparado un sacrificio y ha consagrado a sus convidados. En el día del sacrificio de Jehová castigaré a los príncipes, a los hijos del rey y a todos los que visten como extranjeros. (Sofonías 1:7-8).

El contexto de este orden en Sofonías es la idolatría de Judá en el reino de Josías y es apropiado que Jesús cite de este texto en su propio día. Sin embargo este concepto de “calla” se usa para describir a los judíos.

“Y les preguntó: ¿Es lícito en los sábados hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? (Marcos 3:4).
“Pero ellos callaron. Él, tomándolo, lo sanó y lo despidió.” (Lucas 14:4)
“Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.” (Lucas 20:26).

Y siguiendo la tipología egipcia, es significativo que Moisés les diga a los israelitas que vieron la salvación del Señor frente al Mar Rojo:

“Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” (Éxodo 14:14).

Un eslabón final con los judíos en los días de Jesús se encuentra en el título que el espíritu impuro usó, “Jesús nazareno”. ¿Por qué es esto tan familiar? ¿Por qué no usó el demonio simplemente el título teológico “Santo de Dios”? La respuesta se encuentra en el hecho de que esta era la manera como la gente común y los líderes se referían a Jesús (Mateo 21:11; 26:71; Marcos 10:47; 14:67; 16:6; Lucas 18:37; 24:19; Juan 1:46; 18:5,7; Hechos 24:5).
 

La Muchedumbre

El cuarto tipo de evidencia que se relaciona con la pregunta acerca de la existencia de demonios es la muchedumbre: ellos reaccionaron con asombro. ¿Por qué las personas se asombran ante la doctrina de Jesús? Marcos no ha grabado ninguna doctrina. ¿Por qué no se asombran ante el milagro? Aunque Jesús les había enseñado doctrina (sin que se nos informe lo que les enseñó), nuestra hipótesis es que el propio milagro es una expresión de esa doctrina. El milagro tiene una importancia simbólica que expresa una verdad doctrinal sobre la obra de Dios en Jesús. Esta doctrina es acerca de la autoridad que tiene Jesús. Es una autoridad que ninguna otra persona tiene.11
La muchedumbre está sorprendida por las enseñanzas de Jesús y su autoridad sobre los espíritus impuros. Esto proviene del hecho de que Jesús no usó cualquier ritual ni encantaciones en su exorcismo. Él no usó fórmulas mágicas ni invocó poderes sobrenaturales. El expulsó el espíritu impuro por medio de su propia autoridad.

Esto debe haber sobresaltado a la muchedumbre, quienes habrían estado familiarizados con las prácticas mágicas más comunes en aquellos días. Por ejemplo, es significativo que cuando los discípulos y apóstoles llevan a cabo exorcismos, ellos lo hacen en el `nombre de Jesucristo’ – esto sigue la práctica mágica – para invocar el nombre de un poder más fuerte que el demonio para expulsar el demonio (Marcos 16:17-18; Lucas 10:17-20). Pero Jesús no invoca un poder más alto; él exorciza al hombre por medio de su propia autoridad.
La muchedumbre, igualmente, dio testimonio del Éxodo. Su “asombro” o “perturbación” refleja el “asombro” de las naciones a la liberación de Israel de Egipto.

“Entonces los caudillos de Edom se turbarán; a los valientes de Moab les sobrecogerá temblor; Se acobardarán todos los moradores de Canaán.” (Éxodo 15:15).

Inmediatamente se difundió la fama de Jesús:

“Muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.” (Marcos 1:28).
Y las noticias del Éxodo se extendieron rápidamente en el extranjero a través de las naciones (Éxodo 15:14; Números 14:14; Deuteronomio 2:25; Josué 2:9-10)

 
 

Conclusión

Permítanos repasar estas cuatro muestras de evidencia a la luz de las preguntas que propusimos al principio de esta sección:
Los datos que presentamos:

  • ¿Pueden establecer la existencia de demonios en los días de Jesús y en la actualidad?
  • ¿Constituyen una `doctrina’?
  • ¿Reflejan sólo una creencia contemporánea?
  • ¿Son los datos de alguna forma simbólicos?

Hablando objetivamente, estos datos pueden establecer sólo la existencia de un demonio particular que estaba implicado en el milagro y, por supuesto, ya no puede existir si el exorcismo de Jesús puso término a su presencia. Sin embargo, este milagro es uno de varios y tomándolos juntos, los milagros pueden demostrar que los demonios existieron en el primer siglo. Obviamente nuestros datos no establecen la cuestión de la existencia de demonios hoy en día.
Podemos ser más positivos en cuanto a determinar si nuestros datos generan una doctrina que hemos de creer. ¡Claramente, si los demonios existen, nosotros no tenemos ninguna idea de lo que ellos son! No se nos da ninguna información acerca de lo que significa una doctrina de demonología.. No tenemos una enseñanza doctrinal sobre los demonios en este milagro o el discurso adicional.
La pregunta de que si el milagro sólo refleja creencias contemporáneas sobre los demonios depende de nuestra valoración del simbolismo del milagro. Hay un simbolismo, en Marcos 1, de que los poseídos representan el carácter espiritual de la gente y su esclavitud en Egipto. Es parte de una tipología que ve a Jesús como el Santo de Dios en su obra de sacar a la gente de la esclavitud como lo que hizo el “ángel de la presencia de Dios” (Salmos 78:41); las personas liberadas de “Egipto”, aunque quisieron ser “dejadas”, sin que se les “destruya” su lugar; y las naciones alrededor `asombradas’ y perturbadas por esta gran liberación.
El simbolismo asocia a la gente con Egipto, sus doctrinas falsas e ídolos. Podríamos presentar nuestra pregunta: ¿es valido este tipo de asociación de la creencia en demonios como una verdadera creencia, o es un rechazo implícito de semejante creencia? Si es un rechazo implícito, es fácil ver cuan necesario es ante semejante rechazo que la creencia sea representada tal corno es:
Se representa a la gente que tiene tal creencia como si se aceptara literalmente lo que ellos creen.

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