Para la exhortación de esta mañana quería continuar con el tema que me tocó la semana pasada en la conferencia, relacionada con la estructura y función de la iglesia. Al final se nos acabó el tiempo, y no pudimos ver detenidamente los pasajes de Corintios, Romanos y Efesios que también son muy importantes.
Al principio de nuestro estudio establecimos como base de todo que Cristo es la cabeza de la iglesia, y su actual administrador. Las cosas que nosotros hacemos aquí son de importancia trivial a comparación de lo que él hace desde el cielo, intercediendo por nosotros ante el Padre, repartiendo los dones espirituales a los que los necesitan, fortaleciéndonos a todos como la fuente del poder que nos permite avanzar en nuestra lucha contra la carne.
Veamos nuevamente Juan 14, para repasar estas cosas:
v. 26‐28 ‐ Por qué se iba al Padre? [Porque por medio del poder del Padre, Cristo podría repartir los dones necesarios a todos los Cristianos del mundo, para poder establecer su iglesia] Si Cristo se quedaba en tierra, no podía ser la cabeza de una iglesia global. Pero con el poder del Padre, y estando a Su lado, todo puede hacer por nosotros, y no solo los de Quito, sino a todos sus hermanos y seguidores del mundo.
Por lo tanto, Cristo *es* la cabeza de nuestra iglesia, y de todas. Y todo lo que hacemos, lo hacemos para alabanza suya, y del Padre.
Vamos a Colosenses, y leamos unas palabras de Pablo con relación a su propia función en el mundo:
Colosenses 1:17‐18 ‐ Cristo es la cabeza, y está sobre todo.
Colosenses 1:24 ‐ Pero Pablo habla de cumplir en su carne, en su persona, lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia.
Cuales son las implicaciones de estas afirmaciones? Que la obra de establecer la iglesia por sacrificio y esfuerzo no está completa, y la ausencia de Cristo, y nuestra existencia, es testimonio de ello. Si la iglesia ya se hubiese terminado de edificar, Cristo ya habría venido, nosotros no estuviéramos aquí. Nuestra misma existencia, al principio de un camino en la fe, es evidencia que queda algo, tal vez mucho, por hacer.
Vamos entonces a I Corintios 12, al capitulo que no alcanzamos a ver detenidamente la semana pasada.
La Iglesia, El Cuerpo de Cristo: I Corintios 12:12-27.
En Efesios 4 se nos habla de que hay un solo cuerpo, y un solo Espíritu. Y ese Espíritu es el poder que está tras la iglesia, que la sustenta y vivifica.
Veamos como lo expresa Pablo en este capitulo:
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12:7‐12 ‐ Los dones que se manifiestan en la iglesia son por voluntad de Dios y su hijo, y se expresan por medio del Espíritu que hay en los hermanos y las hermanas, en las habilidades que tenemos.
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12:12‐13 ‐ Y Pablo aquí recalca que por medio de un espíritu, recibimos la vida para estar en un solo cuerpo. Solo hay un Espíritu, solo puede haber un cuerpo. Si consideramos que hemos nacido de nuevo del Espíritu, la única conclusión lógica a la que podemos también llegar es que necesariamente somos parte del único cuerpo global de la iglesia.
El Sentir que Yo No Soy Parte
Ahora, veamos algunas de las consecuencias de estas cosas.
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v. 14‐20 ‐ Que se recalca aquí? La importancia de la diversidad, la importancia que hayamos muchos, y cada uno distinto. *Pero todos dentro del cuerpo.*
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Uno no puede compararse con otros para pensar que no debe estar en el cuerpo por no parecerse a ellos, pues no hemos sido llamados para obrar o desempeñarnos de la misma forma que otros.
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Cada uno de nosotros es único, y expresaremos esa unicidad de una forma distinta.
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Solo porque hay hermanos que exhortan, no significa que ese será mi llamado, ni debo pensar que si no alcanzo a ser igual a otro hermano, no he cumplido el propósito de mi llamamiento.
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Muy al contrario, si estamos luchando por ser iguales a otro hermano o hermana, probablemente estamos desequilibrando lo que el cuerpo debiera ser, por no ejercer el don propio nuestro, el propósito por el cual nosotros fuimos llamados.
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v. 18 ‐ Se recalca que Dios ha colocado los miembros [en el cuerpo] como él quiso.
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v. 20 ‐ Pero el cuerpo es uno. Y solo uno. Y nuestro llamado es a funcionar dentro del cuerpo, pues así como un cuerpo que solo es ojo no funciona, de igual forma, un ojo tirado en el suelo, o una mano, o un pie, o un riñon, es algo que inmediatamente reconocemos como trágico.
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En el propósito de Dios, que está estableciendo una sola familia para convivir juntos para la eternidad, ese futuro lo comenzamos a vivir hoy: no tiene sentido que pensemos o aspiremos a estar en el único reino de Dios, si en esta vida no queremos o hacemos el esfuerzo de convivir con esa familia. Si revisamos la Biblia, veremos que así como hay pocas personas que se desarrollan espiritualmente lejos de la congregación (sea de Israel o la iglesia), de igual forma vemos pocas personas para las que esto les fue fácil. Y sencillamente, no estamos en esta vida para descansar, sino para luchar contra la carne, a la luz de primero conocer esa carne, y una de las funciones de nuestra participación en la iglesia es limar nuestras asperezas.
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Pero volviendo al punto prinicipa: Qué sentido podría haber en pensar que estaremos eternamente en el Reino con personas que ahora no podemos ni ver? Que trabajaremos para restaurar el mundo con personas con quienes ahorita no podemos ni hacer juntos la limpieza del local de la iglesia?
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En esta vida es que expresamos, en obras, nuestras aspiraciones para la eternidad. Si en esta vida expreso con mis obras que no puedo, ni quiero, participar con el cuerpo de Cristo, en las aflicciones de Cristo que quedan por la iglesia (Colosenses), por qué me habría de obligar Dios a hacerlo en el Reino? Por qué Dios me obligaría a estar para toda la eternidad con personas a quienes ahorita ni quiero ver?
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El Sentir que Otros no Son Parte
En la siguiente sección, Pablo habla del otro lado, de a los que, siendo parte del grupo, se nos ocurre que otros no debieran serlo.
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v. 21 ‐ El ojo no puede decir a la mano “no te necesito”. Es absurdo, inconcebible. Quien le saca la basura al ojo? Quien alcanza y hace lo que el ojo ve?
Porque así como en el cuerpo no sabemos realmente la función de un miembro hasta que duele, o no está funcionando, igual con los miembros.
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v. 22‐27 ‐ En nuestros cuerpos, muchos de los miembros que desempeñan las funciones más importantes están totalmente invisibles: intestinos, estomagos, corazones. Pero son esenciales.
Vosotros [los hermanos de la iglesia de Corinto] sois 1. el cuerpo, y 2. miembros en particular.
Veamos ahora Romanos, para resaltar algunos puntos importantes.
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v. 1‐2 ‐ Nuestra participación en la iglesia comienza con una transformación personal, por la palabra. No es que primero nos hacemos miembros de la iglesia, y luego comenzamos a cambiar. Nuestra membresía en la iglesia es el producto de un cambio radical y total en nuestra forma de pensar:
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Donde antes éramos egoístas, pensando solo en nuestras necesidades personales, ahora nos sacrificamos por otros, vivimos para agradar a otros, ayudar a otros.
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Donde antes éramos iguales a las demás personas del mundo, ahora estamos cambiando.
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Donde antes estábamos conforme con nuestro entendimiento, ahora lo estamos renovando. Pero todo esto apunta a una sola cosa: a descubrir y poner en práctica la voluntad de Dios.
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v. 3 ‐ Comencemos entonces, haciendo todo en humildad. Sí, hemos sido llamados por el Creador, porque tiene para nosotros un propósito, una obra que cumplir. (Efesios 2:10 ‐ hemos sido hechos para cumplir una obra preparada desde siempre.]
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v. 4‐5 ‐ todos tenemos funciones distintas (no podemos juzgarnos el uno al otro, Cristo es el único)
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en estos versículos hay un concepto implícito, el de ‘nosotros’. “tenemos”, “nosotros”, “somos”, “todos miembros los unos de los otros”.
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Esto es algo que no podemos escapar! La participación en la iglesia, en el cuerpo, es parte integra de la participación en Cristo. No es posible ser parte de Cristo, pero no de la iglesia. No es posible ser hijo/a de Dios, pero no parte de los hermanos.
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v. 6‐10 ‐ Lo que podamos hacer, hagamos un esfuerzo por hacerlo bien, y las claves? Verdadero amor, que requiere un gran sacrificio, y prefiriéndonos a los otros antes que a uno mismo.
Y terminemos en Efesios, pero un capítulo distinto al de la semana pasada.
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11‐13 ‐ Antes que Cristo, las cosas se caracterizaban por la división. Una de las mas grandes obras de Cristo es la obra de unir; es como que antes de él, habían diversas manifestaciones de la obra y el poder de Dios en distintas naciones, por medio de profetas, jueces, reyes, etc. Pero no había una persona del suficiente calibre para que todo estuviera bajo él unido.
Pero Cristo, con su obra redentora, nos une a todos: v. 14‐18. De cuantas maneras se recalca esto?
- v. 14 ‐ es nuestra paz, de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared de separación
- v. 15 ‐ aboliendo las enemistades, para crear en si mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz
- v. 16 ‐ mediante la cruz reconciliando en un solo cuerpo
- v. 17 ‐ anunció nuevas de paz a los que estaban lejos y cerca
- v. 18 ‐ porque por un solo Espíritu ambos tenemos entrada
Y la conclusión? Que para los que hemos tenido fe en aquella roca de la que habló Pedro, que Cristo es el único hijo de Dios, el ungido para cumplir todos los propósitos de Dios en el mundo, para nosotros hay la seguridad que donde antes estábamos perdidos, ahora hemos sido hallados. Donde antes estábamos alejados de Dios, las promesas, la esperanza, de todo, ahora en Cristo podemos ser formados juntos, para irnos sumando a la única obra eterna de Dios: su casa, su morada, donde El estará en Espíritu.
En esta mañana entonces hermanos, al participar de este pan, que representa el cuerpo de Cristo, hagámoslo con la convicción que por su sangre, representada en el vino, hemos sido incorporados al cuerpo de nuestro Señor, para servirle en unidad, y para gozar de la presencia de Dios que vive y obra entre nosotros, de acuerdo a su voluntad y sus propósitos.