¡Atienda a sus Hijos!

La Biblia afirma claramente que el verdadero concepto de familia proviene del mismo Dios, “el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra” (Efesios 3:14,15).

En el carácter de Dios vemos las cualidades de la paternidad. El es un Padre para Sus hijos. Esto significa:

  • Normas espirituales,
  • Amor fiel,
  • Total confiabilidad,
  • Paciencia y perseverancia.

A pesar de lo mucho que le han fallado Sus hijos, Dios no olvida Su propósito.

Nuestras responsabilidades

En lo que a nuestras responsabilidades familiares se refiere, nosotros los padres debemos establecer las normas. Nuestros matrimonios deben tomar el modelo de las normas del cielo. Nuestro amor mutuo debe ser constante. El ejemplo de nuestras relaciones debe constituir un signo exterior que refleje nuestro compromiso interior con la Verdad que proviene de la Palabra de Dios. Debemos honrarnos uno al otro porque somos “coherederos de la gracia de vida.” El apóstol Pedro continúa: “…para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7). No podemos obtener fortaleza de nuestra relación familiar con Dios si no procuramos proporcionar fortaleza en nuestras relaciones familiares mutuas.

Tenemos la obligación de instruir a nuestros hijos sobre la paternidad de Dios y la boda de la iglesia con su Señor, pero no podemos hacerlo si el modelo no está siendo reflejado en nuestros propios hogares. Respecto de Abraham, Dios pudo decir: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová” (Génesis 18:19).

A los hijos de Israel les fue dicho que enseñaran los mandamientos de Dios: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino…” (Deuteronomio 6:6,7). Entonces, preguntémonos:

  • ¿Con cuánta frecuencia leemos juntos la Biblia?
  • ¿Oramos juntos con regularidad?
  • ¿Podemos explicar bien los principios fundamentales de la enseñanza bíblica?
  • ¿Qué tan activos estamos como familia en la Verdad?
  • ¿Tenemos invitados en nuestros hogares para hablarles acerca de la Verdad?
  • ¿Es natural en nuestra familia el estar envueltos en las actividades de la iglesia?

Un temprano comienzo

Las normas deben ser establecidas tan temprano como sea posible. Pablo podía decir respecto de Timoteo: “Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras” (2 Timoteo 3:15). Con anterioridad había explicado la forma en que la fe de Timoteo había sido desarrollada por medio del ejemplo y la influencia de su abuela y de su madre (2 Timoteo 1:5).

Los niños pequeños son muy receptivos y hasta ansiosos por aprender. Por esto el Señor exhorta a sus discípulos a ser como niños. Como padres, nosotros tenemos una simple elección: tratar de guiar a nuestros hijos dentro del camino de la verdad y la justicia, o con nuestra negligencia atar una piedra de molino a su cuello y ahogarlos.

Al mismo tiempo, en nuestro celo por hacer lo correcto debemos mostrar equilibrio. En un mundo de atracciones fantásticas e influencias seductoras, puede que nuestros hijos encuentren la forma de vida de sus amigos mundanos más deseable que la nuestra si sólo ofrecemos un régimen de aburrimiento y excesivo rigor. La vida familiar debe ser alegre por lo menos parte del tiempo. En vez de prohibir todas las cosas que nos parecen mundanas, podríamos ser selectivos y ayudar a nuestros hijos a discriminar entre lo que es saludable y útil y lo que es malo e insidioso.

  • ¿Tratamos de gozar de las cosas verdaderamente buenas de la vida?
  • ¿Provocamos entusiasmo por las actividades intelectuales y físicas?
  • ¿Aprovechamos la creatividad e imaginación de los niños?
  • ¿Es positiva nuestra actitud o demasiado negativa?

Educación

No debemos dar una importancia excesiva a la educación mundana, pero tampoco debemos tenerle miedo. Moisés, Daniel y Pablo aprendieron a hacer buen uso de la sabiduría humana. Si establecemos firmemente los principios fundamentales en el hogar, nuestros hijos podrán tener éxito en la escuela sin descuidar las normas y valores esenciales del hogar.

La familia de la fe
Nuestras iglesias tienen la responsabilidad de vigilar las familias de los miembros, y también la de cuidar la vida familiar de la iglesia. ¿Qué ejemplo debemos poner los que pretendemos ser hijos de Dios y hermanos en Cristo?

  • ¿Conocemos bien a los niños de nuestra iglesia?
  • ¿Ayudamos a animar y apoyar las familias de la iglesia?
  • ¿Realizamos reuniones y actividades que involucran a nuestras familias?
  • ¿Somos sensibles a las tensiones de la vida familiar? ¿Animamos o criticamos?

Recordemos que los niños son nuestra mejor fuente de futuros miembros. Sin nuestras familias la hermandad tendría un futuro dudoso. Compartamos, pues, las alegrías y pesares de nuestra vida común, ya que pertenecemos a

“la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor” (Efesios 2:19-21).

~ Traducido del inglés por Nehemías Chávez Zelaya