Satanás echa fuera a Satanás

Marcos 3:20-30
 

Características de esta parábola

Acerca de:

Cierto Falso
la naturaleza

las costumbres familiares

los incidentes de la vida diaria

los acontecimientos recientes

los acontecimientos ocasionales

eventualidades improbables

un acontecimiento típico

Enumera a los protagonistas y sus características:
Enumera los objetos o animales referidos:

La enseñanza principal de esta parábola consiste en:

¿Cómo actuaría yo en circunstancias análogas?
Reflexiones y conclusiones secundarias:

Antecedentes

Los primeros capítulos del Evangelio de Marcos revelan a Jesús predicando y sanando a través de Palestina. Grandes multitudes acudían a él. Marcos no inicia su libro con un prefacio elaborado, sino que su tema es las “buenas nuevas” – el evangelio del Reino de Dios – acerca de Jesús el Cristo (o Mesías), el agente escogido de Dios quien además es el Hijo del Padre celestial.
Después que Juan había sido encarcelado (donde pronto vería la muerte) Jesús resueltamente volvió a Galilea, lejos de la escena de sus primeras experiencias de bautismo y tentación. Su propósito era el de proclamar las buenas nuevas del Reino de Dios y que él está dispuesto a recibirnos y perdonarnos. El reino de Dios se veía, primeramente, en la vida de Jesús, luego en las vidas de sus seguidores y en el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento.
Marcos ha dicho que Jesús era el Mesías y el Hijo de Dios, ahora lo demuestra. Jesús ya había vencido al enemigo en el desierto; ahora lo derrotaba en la vida ordinaria de cada día en Galilea:

Marcos 1:21–28 Jesús echa a un espíritu maligno (Lucas 4:31–37; Mateo 7:28, 29).
Marcos 1:29–34 La sanidad de los enfermos (Mateo 8:14–17; Lucas 4:38–41).
Marcos 1:35–39 Jesús en oración (Lucas 4:42–44).
Marcos 1:40–45 La sanidad de un leproso (Mateo 8:1–4; Lucas 5:12–16).
Marcos 2:1–12 La sanidad de un paralítico (Mateo 9:1–8; Lucas 5:17–26).

Este último relato podría haber terminado con lo que dice Jesús en v.5 y el gozo y la admiración en v.12 si no hubiera sido por algunos de los escribas que estaban allí. Estos comentaron entre sí que sólo Dios puede perdonar pecados, de manera que Jesús estaba blasfemando, asumiendo ese derecho para sí. Con eso comienza otro tema en Marcos, la oposición de los dirigentes religiosos hacia Jesús. Así como rechazaron a Juan, rechazarían a Jesús. Los escribas decían que Jesús tenía a Beelzebú.
En el Antiguo Testamento Baal-zebub o Beelzebú aparece como el nombre del dios de Ecron, al que Ocozías, rey de Israel, procuró consultar durante su última enfermedad (2 Reyes 1:1–6, 16). Significa ‘señor de las moscas’. En el Nuevo Testamento es identificado como el príncipe de los demonios (Mateo 12:24, 27; Marcos 3:22; Lucas 11:15, 18).
Es una acusación vil y falsa de los escribas y Jesús les responde con una serie de parábolas muy cortas con una enseñanza muy poderosa. Dio una severa advertencia acerca del único pecado imperdonable en la Biblia: el pecado en contra del Espíritu Santo.
 

Problemas con su familia

Los malentendidos del mensaje del reino de Dios y de las demandas de sus enseñanzas continuaban siendo expresadas por el Mesías. En Marcos 3:21 aún su propia familia había pensado que Jesús había perdido la cordura y lo querían llevar al hogar de regreso. Recordemos que aun sus familiares no creían en él, y aun María no lo comprendía completamente. Los suyos decían: “Está fuera de sí.” ¿Por qué? Porque todavía no podían aceptar que Jesucristo era en verdad el Hijo de Dios (Marcos 3:11).

“…Les hablaba en parábolas…” (Marcos 3:23)

Recordamos que parábola significa poner una cosa al lado de otra con el propósito de comparar. Por lo general se usa de un relato sacado de la naturaleza o de circunstancias humanas, siendo su objeto la enseñanza de una lección espiritual. Es la lección lo que vale. El oyente tiene que captar la similitud si quiere recibir la instrucción, como también sucede con el proverbio.
Las cuatro parábolas son (Marcos 3:23-27):

  • Satanás contra Satanás
  • Un reino contra sí mismo
  • Una casa contra sí misma
  • Un hombre fuerte atado por un ladrón.

Sin embargo es mucho más lógico decir:

  • Satanás contra Dios y no contra sí mismo.
  • Un reino contra otros reinos.
  • Una casa o familia unida.
  • Un hombre débil atado por un ladrón.

Jesús enseña que es imposible que lo bueno puede venir de lo malo. Para decir que hizo los milagros por medio del príncipe de los demonios es una clara negación del poder de Dios. Era una blasfemia y no puede ser perdonado. Es difícil creer que aun los maestros de la ley pensaran que tal acusación fuera verdad; por esta razón la censura de Jesús fue tan severa. Jesús muestra la incongruencia de la sugerencia de una “guerra civil” dentro del mismo reino de Satanás.
 

Comparamos los evangelios

Y habiéndolos llamado, les hablaba en parábolas:—¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer (Marcos 3:23-24).
Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma permanecerá (Mateo 12:25).
Y si Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin (Marcos 3:26).
Si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 20Pero si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros (Lucas 11:19-20).
Mientras el hombre fuerte y armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. 22Pero cuando viene otro más fuerte que él y lo vence, le quita todas las armas en que confiaba y reparte el botín (Lucas 11:21-22).
Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no lo ata; solamente así podrá saquear su casa (Marcos 3:27).
El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama (Mateo 12:30).
»De cierto os digo que todos los pecados y las blasfemias, cualesquiera que sean, les serán perdonados a los hijos de los hombres; 29pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno (Marcos 3:28-29).
¿Qué significa: un reino dividido, una casa dividida, un hombre fuerte atado, un Satanás dividido y blasfemia contra el Espíritu Santo?
Encontramos la misma referencia en la historia de la nación de Israel:

  • El reino de Israel dividido (1 Reyes 11:31).
  • Una casa (dinastía) dividida (1 Reyes 12:21).
  • Una insurrección (Satanás contra sí mismo) (2 Crónicas 13:6).
  • Una casa inicialmente construida por un hombre fuerte (1 Reyes 2:2)
  • Una casa (el Templo) destruida (2 Crónicas 12:9-10)
  • La blasfemia contra el Espíritu Santo (la introducción de la idolatría 1 Reyes 12:28-30; 2 Crónicas 11:15).

El remedio para unir un reino dividido es la instauración y venida del Reino de Dios. Por medio de sus milagros, Jesús enseña que él tiene el poder de Dios y es el rey prometido. Señala que la expulsión de demonios significaba una victoria sobre el enemigo (Mateo 12:28; Lucas 11:20). El mas fuerte ya ha sido conquistado y destruido (Hebreos 2:14).
 

El perdón de los pecados

El peligro para un creyente es rechazar todo lo que una vez creyó en el Señor. Esto es apostasía. Es no ser fiel con el Señor. No es que Dios no esté dispuesto a perdonar, sino que el infiel no quiere aceptar la necesidad de pedir el perdón. Leemos en Hebreos 10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia?”.
La preciosa verdad es que todos los demás pecados pueden ser perdonados. Podemos recordar a Saulo de Tarso, quien procuraba hacer blasfemar a los cristianos del primer siglo de origen judío (Hechos 26:11). Pedro negó y juró que él no conocía a Jesús, y sí pudo arrepentirse y ser perdonado. Igualmente nosotros podemos ser perdonados.
Recordamos la enseñanza de Jesús:
“Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer.” Observamos el contenido y nuestro comportamiento en ‘nuestra casa’, ‘nuestra familia’, ‘nuestra iglesia’ o lo que sea… Cuando existan los problemas, es muy fácil echar la culpa a otra persona. ¿Puede suceder que nosotros somos la causa de una casa dividida?
En su misericordia, Jesús miró a todos los que estaban sentados alrededor de él y les dijo:

“Aquí están mi madre y mis hermanos, porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.” (Marcos 3:34-35)

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